El funcionario municipal que
quiso echar las piezas de la ancestral cultura Tumbes, de su último reducto y
espacio conquistado; no imagina la terrible pesadilla y la maldición sangrienta
del espíritu de Chilimasa, el gran señor del reino de Tumbes. Son sufrimientos
interminables donde los espíritus lloran gritos incontrolables, muerden las
manos, los pies, los recuerdos, y reclaman justicia, entre golpes de macanas,
hachas filosas, y sahumerios sagrados. Chilimasa, en su voz antigua exclama:
Vengo a Reclamarte lo que has hecho.
Fragmento:
En
la lejanía, divisó luces diminutas. Estaba recobrando la calma, pero cuando
alzó los ojos, vio cientos de murciélagos volando sobre su cabeza. Era vano
todo intento de ahuyentarlos. Corrió velozmente hacia las luces, gritaba. No
podía creerlo.
Tras
él, cientos de almas, como una lluvia de piedras lo perseguían, jalándole los
pies y los brazos.
–Aquí
estamos. Aquí estamos. Venimos a reclamar los que has hecho. Tú sabes lo que
has hecho –decían las voces retumbando como cántaros vacíos–. Aquí estamos.
Aquííí. Tú quieres saber por qué estás aquí. Busca en tus recuerdos. Vuelve al
inicio. Sé que estás firmando libros falsos para despojar los tesoros incas de
sus tierras. Sé que quieres echar nuestras pertenencias, nuestros ceramios y
alhajas del Museo de Pechichal. (...)
De la serie "Los Hijos del Jaguar". Literatura popular de Tumbes.
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